Es muy común en el medio comercial e industrial particularmente en las microempresas, grupo en donde por su tamaño el contador casi siempre es contratado por servicios y las funciones del contador son muchas, normalmente son los digitadores de la información, revisan sus mismos registros, elaboran los estados financieros, efectúan las conciliaciones, las liquidaciones de prestaciones de los empleados despedidos, elaboran y revisan los informes tributarios para el pago de los impuestos y lo demás que requiera el microempresario.
En principio vemos esta microempresa como un algo pequeño, que escasamente logra los pagos de nómina y los honorarios del contador, normalmente el propietario es el mismo representante legal y no se paga un sueldo y nace todo tipo de consideraciones, casi una hermandad entre el representante legal y el contador que muchas veces se llega a la consejería emocional y espiritual.
Debemos tener cuidado para no caer en ese error, por que sí es cierto que el tamaño genera cierta consideración, pero no hay que subestimar ni a la microempresa, ni al representante legal y en cambio debemos prestar toda la ayuda pero enfocar nuestros servicios hacia el crecimiento rápido de la empresa, tomando todas nuestra funciones como una inversión a recuperar en un corto tiempo, presentando un análisis mensual financiero y administrativo, sugiriendo nuevas y mejores inversiones o mejorando las ventas, optimizando los costos y gastos, de esa manera motivar al empresario a entrar en una situación de retos y de crecimiento, con esto no solo crece la empresa, si no también podemos pedir aumento de nuestros honorarios y buscar la contratación de personal que maneje algunas funciones como la digitación, transcripción de liquidaciones e informes, etc. permitiéndonos más tiempo para trabajar a otro microempresario.
Muchas veces en este grupo encontramos empresarios que les da miedo crecer, y nuestro aporte debe ser la motivación a perder el miedo, o simplemente no son empresarios con intenciones de crecer y convertirnos en su asesor implica que también nos contagiemos y no quedamos ahí, desperdiciando nuestro tiempo y nuestros conocimientos sólo porque tenemos un ingreso fijo, o porque nuestra casi hermandad con el cliente no nos permite esa separación, y ahí vemos profesionales atados a una microempresa sin posibilidades de crecimiento, efectuando todo tipo de funciones y algunas más, sin el tiempo para atender otra microempresa a la que pudiéramos ayudar a crecer y hacerlo de la mano, pero en cambio nos quedamos en una zona de confort que yo llamo la economía ruinosa.
En estos casos lo mejor es desde el principio vender nuestro servicios profesionales con todas las condiciones y acuerdos claros, condiciones como la de, que nuestras funciones son profesionales y acuerdos como el pacto de buscar el crecimiento de la empresa con nuestra ayuda y que nuestros honorarios deben ir creciendo en la misma proporción del crecimientos de la empresa, de esa manera tanto empresario como asesor estarán dirigiéndose por el mismo camino con el mismo objetivo, con el mismo afán y de manera consensuada, y sobre todo nunca caer en la “casi hermandad”, estado muy perjudicial para nuestra salud profesional y en aquellos casos que nos demos cuenta que no vamos a crecer con la microempresa, lo mejor es la retirada y de esa manera evitar caer en la antes mencionada economía ruinosa.
Germán Diego Guzmán Quinche
Contador Público
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